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miércoles, 15 de mayo de 2013

¿Y qué tiene que ver el 15-M con la LOGSE? (1) Los revolucionarios.


 

Ya hacía mucho tiempo que tenía ganas de analizar el llamado 15-M y hoy coincidiendo con el segundo aniversario de tan magna fecha, me ha parecido interesante realizar un análisis sucinto de este movimiento ciudadano. He iniciado el artículo con la intención de rematarlo de una sola tirada pero según lo he ido escribiendo, me he dado cuenta de que era imposible. Son muchas las reflexiones (y las relaciones con la LOGSE) que el 15-M tiene por lo que me veo obligado a iniciar otra serie. Prometo ser lo más conciso posible y sobre todo, terminar la serie antes del cierre de este curso como he hecho con las anteriores. Pero me parece un tema de actualidad y que además nos debe concienciar de la importancia que tiene el sistema educativo a la hora de modelar a la sociedad, pues cada generación queda marcada de por vida tras su paso por el sistema educativo. De alguna manera, como ya han indicado muchos estudiosos, el sistema educativo cumple la misma función social que realizaban los ritos de paso en los pueblos primitivos: enseñar a los jóvenes los secretos de la tribu que permitieran el paso de niño a adulto. Creo que nunca debemos perder esa perspectiva.

Y ahora ya entrando en materia, lo primero que llama la atención sobre el llamado 15-M es la enorme difusión entre los medios de comunicación de que gozó la manifestación desde su inicio. Bien fuera por el reflejo de la primavera árabe, por el papanatismo periodístico que engrandece cuanto toca para ganar audiencia o bien por la supuesta simpatía que despertó entre amplios sectores de la población, lo cierto es que el seguimiento de esta manifestación fue desmesurado. El País tenía conectada constantemente una cámara enfocando a la multitud. Los telediarios abrían y cerraban sus espacios con la actualidad del “movimiento” y algunos de sus integrantes fueron llevados a los debates para conversar con los siempre mesurados tertulianos televisivos. Siendo los que eran, formaron parte del espectáculo mediático durante mucho tiempo. Y para los que no sean de Madrid, simplemente hay que indicar que en la Puerta del Sol pueden caber unas diez o quince mil personas que son, se mire por donde se mire, menos gente que la que puebla el fondo sur del estadio del Manzanares o del estadio de Chamartín los domingos por la tarde. Al fin y al cabo, hablamos de unos pocos miles de personas en una ciudad de más de cuatro millones de habitantes, lo que supone muchísima menos población que la que vota en unas elecciones municipales (no digamos ya generales). Y eso teniendo en cuenta que una gran parte de los asistentes al evento (creo que lo correcto es usar aquí la terminología internáutica) eran de fuera de Madrid. No se puede decir por tanto, en términos estrictamente numéricos, que esa manifestación fuera significativa.

Sin embargo, lo cierto es que desde que surgió el movimiento hace dos años concitó un enorme seguimiento de los medios de comunicación sin distinciones ideológicas; pues hasta los telediario y los programas de Intereconomía, cadena opuesta desde el principio al movimiento, al parecer por masoquismo, se pasaban las horas muertas enfocando la plaza y lo que hacían sus ocasionales habitantes.

Todo esto nos daría para realizar un análisis mucho más profundo del tema, pues tiene enormes implicaciones sociológicas, pero nos ceñiremos aquí a lo que dice el título del artículo; esto es, a las relaciones que tiene este movimiento con la LOGSE.

Como ya hemos dicho en anteriores entradas (al fin y al cabo, no se puede separar este tema de nuestra serie sobre la generación estafada), una generación es el reflejo de una serie de acontecimientos políticos y educativos que la moldean. Y si hay una cosa evidente es que el núcleo fundamental de este movimiento estaba compuesto por personas (me resisto a llamarles jóvenes) de entre 25 y 35 años; es decir, de personas moldeadas por la LOGSE. Se puede decir de alguna manera que el 15-M es la puesta de largo de esta generación, algo tardía si se quiere, a la actividad política. Y digo algo tardía a que a pesar de que se han producido en España diferentes acontecimientos políticos de cierto calado, entre los años 2000 y 2010, como expresión generacional, los nacidos entre 1980 y 1990 no habían protagonizado todavía su “movimiento”. No habían generado una “épica” vital en torno a la que nuclearse frente al poder establecido. Quizá porque hasta ahora, el poder, como hemos analizado y analizaremos con mayor profundidad se había preocupado muy mucho de que esto no sucediera por todos los medios a su alcance.

Lo primero que llama la atención del movimiento es la profunda ignorancia (más que un pozo sin fondo) que han mostrado sus integrantes. He leído que esta es la primera generación de españoles que ha aprendido más palabras de la televisión que del sistema educativo. Y esto, desgraciadamente, puede ser verdad, porque el sistema educativo prácticamente no les ha enseñado nada. Los que saben (y algunos saben mucho) lo saben de forma individual y en contra del sistema. Recuerdo incluso una clase de Lengua en la que mis alumnos tenían que hacer una oración con diferentes palabras. Ante la palabra debate, uno escribió: “Casillas tuvo un debate con Ramos en mitad del campo por el gol que les metió el Barcelona”. Pero todas eran iguales. Para los alumnos, hoy "debate" significa discusión a gritos.

Sólo desde esta ignorancia es posible comprender que una mayoría de personas de entre 25 y 35 años (y sobre todo sus más dotados individuos o al menos los que tomaban la voz cantante) tuviera la ocurrencia de llamar pomposamente a una acampada urbana, un movimiento boy scout pero en la puerta del Sol, con el fabuloso título de “revolución”. "Spanish revolution#". Sí, sí, como lo oyen. Una colección de tiendas de campaña se autodefinió como revolución... con todas las letras. No se rían... porque es para llorar. Porque en el fondo estamos hablando de gente que presume de tener una, dos o tres carreras, que ha estudiado con beca Erasmus en el extranjero o ha sacado muy buenas notas y está absolutamente convencida de que sabe... Y la verdad es que saber, saber, los dirigentes (los más lanzados) y los asistentes de ese grupo no saben casi nada. Solamente quien no ha estudiado y desconoce en absoluto la Revolución americana (1776), la Revolución francesa (1789) y sobre todo, la Revolución rusa (1917) puede decir una sandez como esta. A estos jóvenes no se les ha enseñado, dramáticamente, que una revolución IMPLICA el uso de la violencia de un sector social contra otro. Eso, y no otra cosa, es una revolución. Recordé entonces mi primer curso de Bachillerato LOGSE cuando pregunté a toda la clase (alumnos de sobresaliente en todas las asignaturas incluidos) si sabían quién era Lenin. Nadie lo sabia. Desde entonces, todos los años en Bornos iniciaba mi primera clase de cada curso con la misma pregunta. En el tiempo que duré dando Bachillerato, y esto es bien triste pues fueron diez años, ningún alumno supo contestar ni por aproximación. Es lógico por tanto que una generación modelada por los medios de masas y sus gurús, tras escuchar en la televisión deportiva al brillante locutor de turno que tal entrenador del Real Madrid había hecho un planteamiento "revolucionario" o Karmele en Gran Hermano soltando que una concursante llevaba un peinado "revolucionario", haya acabado pensando que la palabra "revolucionario" quería decir simplemente llamativo. Y claro, esta generación, con su imagen supuestamente alternativa, sus tiendas de campaña ante las bocas del metro y frente al reloj de las uvas eran absolutamente llamativos. A sus propios e ignorantes ojos, ellos mismos eran absolutamente, y remarco el término, revolucionarios. ¿Por qué no?



4 comentarios:

Álvaro Fernández dijo...

Pido disculpas por haber faltado a las entradas anteriores, no siempre encuentra uno el momento.

Vengo a coincidir con el planteamiento general, con algunos matices.

Entiendo que la prensa se fijara en el "movimiento" en un principio. Aquello de la acampada urbana era suficientemente llamativo como para que se aproximaran a ver qué pasaba. Aunque sólo fuera por exotismo. Yo mismo me preguntaba qué estaba pasando y qué significaba aquello. Yo también tenía ganas de que de allí saliera algo, lo que fuera. En general, desde 1989 toda la izquierda está esperando "algo". Ése es también uno de los motivos de tanta atención a estos muchachos.

Pero con el paso de las semanas (si no de los días), rápidamente se vio que era algo absolutamente inconsistente. La atención que se le ha dado después del primer momento ya no tiene justificación. Que hoy nos estén recordando el segundo aniversario de la nada es algo absolutamente grotesco.

Hablaba yo sobre el particular con un sobrino de mi mujer que se mostraba muy interesado y esperanzado por el asunto. Este muchacho sí que está muy bien formado y es muy culto (no es representativo de su generación). Pero le da demasiada importancia al iPhone y al Twitter. Con eso no se hace una revolución, se pueden cambiar cositas, pero nada más. Esta generación, preparados o no, se habían pensado que enviando mensajes desde el móvil cambiarían el mundo. Para cambiar algo importante, antes la policía te tiene que dar muchas hostias, pero muchas y algún tiro también. Para mí, ese es el principal error de estos muchachitos deslumbrados por el iPhone.

Me entristece que de allí al final no saliera nada importante. Me alegro de que mi diagnóstico fuera acertado, aquello era algo meramente superficial.

Marga dijo...

Coincido con tu análisis del hecho, aunque en cuanto al término de revolución, hay que tener en cuenta que las palabras pueden cambiar su significado a lo largo del tiempo, si la sociedad permite el cambio, claro.
No creo ni mucho menos que el movimiento 15-m fuera revolucionario como tal, ni creo que el significado de revolución se modifique en mucho tiempo, pero como vas señalando en tus entradas, la falta de cultura de muchos de esos jóvenes es responsabilidad de la clase política.
Para una generación a la que se le ha dado casi todo hecho, masticado y digerido, que apenas han tenido que esforzarse para conseguir nada ¿no crees que es bastante "revolucionario" para ellos el haber salido a la calle y revolverse contra el sistema aunque fuera de forma poco práctica?
Creo que las revoluciones también se pueden hacer sin tiros, y el 15-m no ha sido revolucionario porque no ha dado lugar a ningún cambio significativo

Eduardo López Prieto. IES Javier de Uriarte (Fuentebravía) dijo...

Hola, Alvaro: Se te echó de menos estos días, sí. Quedas disculpado a condición de que no vuelva a repetirse, jejeje. Entrando en tu comentario, coincido en todo lo que expones. Primero, que la izquierda está huérfana desde la caída del muro de Berlín. Efectivamente, la pérdida del referente soviético supuso para la izquierda una losa brutal con dos consecuencias: la desorientación absoluta de la mayor parte de los izquierdistas que, si bien lo miramos, han sido incapaces de afirmar un discurso coherente y revolucionario desde entonces y la desafección de otra parte (entre los que yo mismo me encuentro). Coincido contigo también en otras dos cosas. La primera, y quiero que quede claro porque sé que hay gente de esa generación que lee el blog, es que todos no son iguales. La segunda es que es imposible la transformación social radical (al estilo de lo que este movimiento quiere) sin la aparición de la violencia. Nadie entrega sus privilegios por las buenas. Nunca ha sido así y creo qeu nunca lo será. Y la tercera es que efectivamente las nuevas tecnologías (que también forman parte de las competencias básicas) tienen buena parte de la cosomovisión ideológica, y por tanto efectiva, de esta generación.
Saludos cordiales y nos seguimos viendo por aquí.

Eduardo López Prieto. IES Javier de Uriarte (Fuentebravía) dijo...

Hola, Marga: Bienvenida al blog. Efectivamente, esta generación cree que este tipo de movimientos (el 15-M y otros en los que se involucran) suponen un paso adelante. Y desde luego, para quien ha vivido de espaldas a la política, tomar conciencia de la situación de un país es importante. Pero para que un movimiento social sea efectivo debe evidenciar unos rasgos que el 15-M, hoy por hoy, no tiene. Eso no quiere decir que el movimiento, en su evolución, no acabe asumiendo planteamientos más avanzados. Pero hoy por hoy está en una fase embionaria, como mucho infantil, del ABC de los movimientos sociales. Y de lo que es una revolucíón, no para los publicistas sino para los historiadores (que es de la acepción de la que aquí hablamos), está a años luz, por no decir que está absolutamente en las antípodas.

Saludos y muchas gracias por tu participación. Espero verte más a menudo a partir de ahora por aquí.